Ha pasado mucho tiempo sin estar en mi blog, y en tanto tiempo muchos han sido los sucesos, el tiempo fue avanzando inexorablemente, y desde luego, llevándose a mis hijos que ya no me pertenecen, son solo un pasaje de mi historia de vida.
Cuando la vida pasa lo que nos van quedando son solo recuerdos, de los buenos y malos momentos que todos y cada uno de los mortales pasará inevitablemente, porque frente al paso del tiempo y a nuestro destino final todos somos iguales. Habrá algunas pequeñas o grandes diferencias al final del camino, de este camino terrenal, pero me inclino a pensar que al traspasar el umbral que nos separa de lo desconocido, todo estamos en una misma situación. Nuestra memoria desaparecerá, nuestro aliento ya no estará y todo se habrá transformado en nada, excepto para aquéllos que quedan con nuestros recuerdos.
Pero no es mi intención hablar del final, solo pensar en este trayecto del tramo restante de esta vida, y quizás lo que más me convoca a escribir, es precisamente mi hermana menor, aquélla mujercita casi niña, o niña, porque mentalmente no creció, y además su vida es la de una niña. Su alma es de una niña, que obviamente debe ser cuidada y protegida como tal.
Ella ha llegado a sus 66 años de edad, asombra por cierto, pero es una realidad. Nuestros padres hace una década que partieron, y finalmente solo me tiene a mi y a toda mi familia, ya no a sus sobrinos que jóvenes ya no están con nosotros.
Y es a esto a lo que me refería en aquella oportunidad en la que decía que era fundamental que los padres previeran esta situación. Cuando estos niños son pequeños y tienen otros hermanitos, la mayoría de los padres ponen toda su atención en su niño discapacitado, tratan de brindarle absolutamente todo lo que esté a su alcance. Pero no todas las veces es posible, la economía a veces se torna dificultosa y llega el momento en que se debe bajar la calidad de vida en el hogar. Estos niños requieren una permanente atención médica y de otras especialidades, inclusive los padres tratan de que tengan una educación superior a sus otros hijos. Pero es en esta circunstancia donde se cometen los más importantes errores, en este balance de oportunidades deben dárselas a los otros niños, pues sus hermanos son los que indudablemente deberán hacerse cargo de su hermano discapacitado. Ellos deberán tener siempre a su lado quien les enseñe permanentemente lo aprendido el día anterior, cuidar sus modales, enseñarles costumbres, hablar con ellos a la vez que tendrán que tratar, de desarrollar una vida propia sin descuidar a su hermano. Para ello deberán contar con herramientas que le permitan tener una vida sin problemas económicos, ser solventes para poder darle a su hermano una calidad de vida que cubra todas sus necesidades. Y a veces esto no es posible cuando los padres desestimaron la educación de sus hijos por darle todo al niño discapacitado, y estoy refiriéndome a los niños Down.
Mi hermana increíblemente ha superado el promedio de vida de estas personas, más aún ella que pertenece a la década de los 40, está muy bien, pero debo estar pendiente de ella las 24 horas porque cada día debo recordarle algunas cosas. Eso sí, tengo la suerte de contar con la ayuda de mi marido y de mi hija menor por ahora.