A mi "hermanita"
Eternamente será "mi hermanita", sin importar las décadas ya vividas, su mente y alma son de niña, y la vida parece concederle la anestesia que a veces nos falta a nosotros, los que decimos ser normales, esa anestesia que la hace vivir con calma y sin enojos, sin preocupaciones, aprendiendo cada día lo aprendido.
No es fácil transitar la vida con ella, no lo ha sido nunca... Nuestra madre vivió pendiente de todas sus necesidades, e hizo todo lo que pudo, y tal vez de haber tenido recursos hasta hubiera viajado al extranjero en busca de mejorar su condición de vida. Y como toda madre, solo la movía una suprema obsesión, la de ver que su hija aprendía y adelantaba en su intelecto. Fue educada en colegios estatales y privados, y hasta estudió piano. Pero todo cuanto aprendía, al siguiente día estaba olvidado.
Veía a mi madre transformarse poco a poco en su sombra, vivía para ella y respiraba por ella. Frente al abandono de mi padre, batallaba sola en la vida, con el único apoyo que significaban sus otras dos hijas, en realidad solo una, porque siempre en estos casos, de varios hermanos solo uno tomará conciencia de lo que significa en la familia una hermana Down.
A través del tiempo visualizo lo pasado y lo comparo con el tiempo actual, y veo aquéllos niños de los '50 respecto a los niños de hoy, y admiro la constancia y perseverancia de las madres de antaño que enfrentaban las burlas y los desprecios que les hacían a sus hijos con este síndrome, y la lucha para colocarlos en algún establecimiento educativo donde no permanecían mucho tiempo, porque su aprendizaje era demasiado lento respecto al resto de los niños.
Hoy nuestra madre no está, pertenece al campo de los recuerdos, y solo me tiene a mí, en tanto su otra hermana, que es la mayor, simplemente ni siquiera la visita o le habla por teléfono.
Felizmente hace dos años concurre a un hogar de día, donde pasa diariamente muchas horas en compañía de sus pares, es una personita feliz, además es maravillosa, en ella la maldad no existe, y dócilmente sigue las indicaciones que se le da. Pero sucede que ahora comienza a entrar en la tercera edad, y me pregunto ¿qué me depara la vida respecto a ella a esta altura?, si ya le han diagnosticado artritis y cataratas... ¿estaré preparada para lo que sé algún día no muy lejano llegará?, y me estoy refiriendo a cuando la vejez comience a atacar su físico y su mente...
Me duele pensar en ello, pero debo cumplir con lo que le prometiera a mi madre, que no delegaré su cuidado a otras personas cuando ella no esté más a su lado, y debo cumplir con ello, pase lo que le pase a mi "hermanita", la he de seguir cuidando hasta el final de su tiempo o el mío. Y a aquéllas madres de niños Down les diría, que hagan todo lo posible por sus hijos, pero nunca, jamás, dejen de preparar en todos los aspectos a los otros niños si los tienen, porque de ellos dependerá la existencia del hermano incapaz, mientras más preparados estén, sin lugar a dudas podrán brindarle a su hermano o hermana down mejor calidad de vida cuando sus progenitores ya no estén, porque además tendrán que fortalecerse y aprender a darle mucho amor, todo el amor de la madre que ya no está, porque esta carencia es la que más sienten estas criaturas y aunque no lo digan, sufren mucho esa ausencia.